Tatiana creció en un hogar de menores y salió a ganarse el mundo – Clarín

Recibió el premio a la mejor emprendedora joven. Ayuda a chicos que “egresan” a los 18 años de hogares de menores y deben afrontar la vida adulta sin familia, casa ni trabajo.

 

Por Vanesa López – CLARIN

 

19/10/2018

 

 

«Abuso sexual, abandono, y maltrato son los mayores motivos por los cuales entramos a los hogares», lanza Tatiana Lustig Da Silva. Se niega a detallar cuál de esas situaciones sufrió en carne propia y la obligó a vivir en un hogar de menores de la Ciudad. Ahora tiene 24 y prefiere guardarse los episodios más oscuros, procesarlos, y usar su experiencia para ayudar a otros.

El suyo no es un caso aislado. En Argentina hay actualmente cerca de 15 mil chicos sin cuidados parentales. Según la Ley 26.061 de Protección Integral, quienes viven en hogares deben egresar a los 18 años. Desde ese momento, tienen que afrontar la vida adulta sin ningún tipo de acompañamiento del Estado.

Y a esa edad, mientras otros disfrutan del viaje de egresados y debaten qué carrera seguir, estos chicos se encuentran en la calle. Sin familia, sin casa, sin trabajo.

«Fueron a vivir a un hogar por ser víctimas. Las situaciones son muy complejas. El paso en el hogar no siempre es lo que debería ser. Y todo eso complica mucho el momento de salir. Algunos no saben cómo sacarse un turno médico, cómo renovar un DNI, o cómo viajar en un transporte público», ejemplifica Tatiana.

Todo eso, sumado a un grave problema habitacional. «A los 18 años, si no trabajás, te encontrás con que tenés que volver a la casa de donde venías (muchas veces con un abusador) u otra opción es terminar en la calle. La mayoría de los egresados estuvo en situación de calle por un tiempo», continúa la joven.

Para acompañarlos, Tatiana participó en la creación de Guía Egreso, un programa que nació en 2010 en el marco del trabajo en la Asociación Civil Doncel.

Es un grupo de pares, que busca acompañar a los jóvenes que egresan de hogares o instituciones. Los ayudan a hacer su CV y presentarse en trabajos. Brindan talleres sobre derechos. Y acercan información a través de su sitio web con secciones como educación, salud y vivienda, junto a testimonios de quienes pasaron por lo mismo.

También hacen investigaciones, para tener datos y estadísticas. Y visitan hogares del interior del país. Pero, sobre todo, les brindan acompañamiento. «Muchos chicos se sienten solos», remarca Tatiana.

Este colectivo es el único de su tipo en Argentina. «Antes no había referencias. No había a quien preguntarle: ‘Che, ¿cómo te fue a vos cuando te fuiste del hogar?'», sostiene. El grupo está formado por entre 10 y 15 jóvenes. El número no es exacto, porque es un trabajo voluntario y con situaciones complejas: algunos son padres, otros estudian o trabajan, mientras que hay chicos que «van y vienen».

Por el proyecto, Tatiana acaba de recibir el Premio Emprendedor Joven. «Me dio mucha alegría por todo el trabajo que hacemos con el grupo. Es una manera de poder reconocerlo y darle visibilidad a la problemática que enfrentamos, para que la realidad de los próximos jóvenes sea diferente», comenta la ganadora.

Es la tercera edición de este galardón, que integra los premios Propulsar. Además de Tatiana, ganó Jerónimo Batista Bucher – por la creación de máquinas que producen vasos biodegradables- , mientras que Francisco Furey recibió una mención especial.

Con los 50 mil pesos obtenidos gracias al premio, Tatiana y su grupo realizarán, entre otras iniciativas, cuatro talleres del Club de Jóvenes para la preparación del egreso, una actividad de incidencia en la agenda pública, y un evento masivo de difusión de resultados de su investigación.

En abril del 2017, Tatiana habló con Clarín durante el tratamiento del proyecto de Ley de Egreso Asistido, que prevé que el Estado asesore a los jóvenes sin cuidados parentales para que estudien y trabajen.

La ley – que busca brindarles apoyo económico y acompañamiento hasta los 21 años, con posibilidad de extenderlo hasta los 25 años si están estudiando- se sancionó con votación unánime en ambas cámaras. «Estamos esperando la reglamentación. Ya estamos angustiados, porque muchas veces nos llegan mensajes de chicos de otras provincias diciendo que necesitan esta ayuda. Tener la ley es una gran diferencia», remarca.

Tatiana actualmente está viviendo en un complejo habitacional de la AMIA, y cursa el primer año de la licenciatura de Trabajo Social en la UBA. Claro que la decisión de la carrera no fue casual: «La elegí estando en el hogar. Quiero devolver lo que hicieron por mí. Si bien fue complicado muchas veces, sé que las cosas pueden ser mejores. Y depende mucho de los trabajadores que nos rodeen. Por eso quiero ayudar a los niños y adolescentes que están en situaciones complejas».

Tatiana no está sola. Se siente bien acompañada por sus «amigas del hogar», con las que compartió gran parte de su adolescencia. Todas ya salieron, algunas en situaciones más complejas que otras. «Ellas son mi familia. Hasta el día de hoy tenemos contacto en los cumpleaños, o si alguna tiene un problema, o si le hace una fiesta a sus hijos. Estamos juntas y somos la familia que elegimos».

 

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